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miércoles, 29 de abril de 2009

Mujeres invencibles

Una mujer recién divorciada, pasó el primer día bien triste empacando sus
cosas en baúles y maletas y su mobiliario en grandes cajas.

El segundo día vinieron y recogieron sus pertenencias y muebles.

El tercer día se sentó en el suelo en el comedor vacío, puso música suave,
dos velas, dos kilos de camarones, un plato de caviar y una botella de
vino blanco frío hasta más no poder.

Cuando terminó de comer, desmontó todas las barras de las cortinas de cada
cuarto, le quitó los tapones de los extremos y dentro le puso la mitad de
los camarones y un buen poco de caviar y las colocó de nuevo con sus
tapones de los extremos.

Cuando el marido regresó a la casa se mudó con nuevos muebles y con nueva
novia. Todo fue perfecto los primeros días. Lentamente, la casa empezó a
oler.

Trataron de todo, limpiaron, trapearon y airearon toda la casa. Los
ventiladores fueron revisados por si hubiera ratones muertos y las
alfombras fueron lavadas.

En cada esquina se colgaron perfumadores de aire. Se gastaron cientos de
botes de spray de olor. Hasta pagaron para cambiar todas las caras
alfombras de la casa.

Nada funcionó.

Nadie volvió a visitarlos, los trabajadores se negaban a trabajar en la
casa y hasta la sirvienta renunció.

Finalmente, el marido y la novia tuvieron que mudarse ya desesperados.

Todavía al mes no habían encontrado a quien venderle la hedionda casa.

Inclusive los vendedores se negaban a responder a sus llamadas.

Decidieron gastar muchísimo dinero comprando una nueva casa.

La ex esposa llamó al hombre para asuntos del divorcio y le preguntó cómo
estaba. El le contestó que bien, que estaba vendiendo la casa pero sin
decirle las verdaderas razones.

Ella lo escuchó con mucha calma y le dijo que ella extrañaba demasiado la
casa y que ella hablaría con los abogados para arreglar los papeles con
tal de que conseguir la casa de nuevo.

Sabiendo que su ex esposa no tenía la menor idea del mal olor el aceptó la
negociación por una décima parte del precio real de la casa con tal de que
ella firmara ese mismo día.

Ella aceptó y en menos de una hora él le mandó los papeles para firmarlos.

Una semana más tarde el hombre y su novia se pararon en la puerta de la
vieja casa con una sonrisa en los labios viendo como empacaban todos sus
muebles y los metían en un camión camino a su nueva casa.......

........incluyendo las barras de cortina.

ME ENCANTAN LOS FINALES FELICES, A TI NO?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

si, es cierto, a mí también me gusstan los finales felices, saludos...

Rosa dijo...

"Dulce venganza"....jajaja

Me gusta la moraleja de esta historia...

Besitos Anna

Mj dijo...

0ye pero una cosa porque yo soy un poco torpe a parte del caviar que es lo que metieron en las cortinas???, y vaya tela, a mi me parece una buena moraleja como dice Rosa.

JULLY. dijo...

Me imagino el olor pestilente que dejaron esas cosas , en toda la casa, ¿vieron el olor que dejan en el basurin los restos de las cáscaras de langostinos,? yo me imagino que los camarones olerian igual. Las mujeres cuando se enojan pueden llegar a ser muyyyyyyyy malas,ja ja.
A no ser que sean testigos y hayan cultivado los frutos del espiritu, besos y chauuu