Sin duda seguro que todas nos hemos sentido identificadas con este monologo y es que los peluqueros-as son tremendos-as
El otro día cambie de peluquería, solo quería darme un tinte,el mio , y hacerme unas trenzas,bueno pues salí con el tinte de ellos,sin la trenza y sin 55 euros en el bolsillo.
Me daban mi tinte pero me lo cobraban, si si, me lo cobraban,así que dije ,bueno pues darme el vuestro y este me lo guardo. Después les dije que me hicieran una media trenza en un lado y me cobraban aparte 20 euros mas,así que dije ,bueno pues la trenza la dejamos, ya me la haré yo como pueda en casa.
Conclusión:
¿Para que fui a la Peluquería si no me hicieron nada de lo que yo quería?
Bueno leer el monologo haber si os gusta.
_Córteme el pelo por aquí. Quiero un cambio de imagen radical.
Y ya lo creo que te cambia la imagen. Te deja como si hubieras metido la cabeza en una freidora. Te ves tan horrible que se te olvida la depresión que tenías, y te agarras otra. O sea, que en la peluquería no te quitan la depresión, simplemente te la cambian de sitio.
Y de ahí su éxito. En una peluquería, a los cinco minutos ya te han convertido en un adefesio, para que se te olviden las penas que traías.
Te ves sentada enfrente de un espejo, en babero, embadurnada, con chorretones de tinte resbalándote lentamente por la cara colorada, la cabeza envuelta en papel albal y oliendo a huevo podrido. Y piensas: “Sólo falta que me salga un alien de la tripa”.
Estás hecho un espantajo, y es el momento en que la peluquera se aprovecha de ti para ponerte todavía más potingues. La técnica utilizada es la siguiente: primero, un poco de peloteo:
_ Tienes una pestaña preciosa.
_ ¿Ah sí? Muchas gracias.
Y luego te mete la cuña:
_ Si, son preciosas, lástima que…
_ ¿Lástima que qué?????
_ Que tengas el pelo tan pobre y apagado.
_ ¿Pobre y apagado? ¡Qué horror! ¿Y qué puedo hacer?
Y entonces te la coloca:
_ Pues mira, por sólo 200 euros, te voy a poner un tratamiento de colágeno de placenta de foca que verás cómo te quedas.
¡200 euros! Te dan ganas de decirle: “Oye, ¿y por qué no me estropeas las pestañas, que me saldría más barato?”
Pero eres incapaz de negarte. Yo creo que con tanto olor a laca, te pillas un colocón de miedo, y por eso dices a todo que sí:
_ Te voy a hacer unas mechas.
Y tú:
_Vale.
¡Desde luego hay que ver que obsesión tienen todas las peluqueras con hacerte mechas! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que una mujer entre en una peluquería y no salga rubia con mechas. Aunque sea rubia, también sale rubia con mechas.
Que esto es otro truco de las peluquerías para hacerte clienta de por vida. Una vez que te tiñes, ya estás condenada a seguir acudiendo de por vida, para no desteñirte, porque en las peluquerías nada es permanente, ni siquiera la permanente es permanente.
A veces vas a la peluquería con un recorte de una revista para que te corten el pelo como a Meg Ryan. En realidad no quieres el pelo de Meg Ryan, quieres la cara de Meg Ryan, el cuerpo de Meg Ryan, el dinero de Meg Ryan… y entonces las peluqueras se tienen que buscar la vida para explicarte que, con esos cuatro pelos cabreados que te quedan, y que además te nacen en la coronilla, es imposible lograr un flequillo espeso, y que lo más que pueden hacerte es el moño de Betty Misiego.
Y lo que les gusta la tijera, oye. Les dices: “córtame sólo las puntas” y a la que te descuidas tu preciosa melena larga, que te ha costado ni se sabe tenerla así de larga, se queda en una melenita corta.
Pero lo peor es cuando la peluquera termina contigo y te miras al espejo. Te ves rara, como con cara de asustada, y vuelves a casa escondiéndote en los portales, para que no te vea nadie conocido. Y como necesitas que alguien te diga que te queda bien, le preguntas a tu marido:
_ Cariño, ¿te gusta?
_¿Qué es lo que me tiene que gustar?
_ Pues el pelo.
_ Ah, el pelo. Sí, sí, estás muy guapa… ¿Y cómo lo llevabas antes?
_ Pues era skin head, no te digo. ¿Y tú? ¿Cómo llevabas antes el pelo? Antes por lo menos llevabas…
Total, que al final, tanto esfuerzo para nada. Porque él nunca lo nota… ¿Saben lo que pienso hacer la próxima vez que me encuentre un poco depre y me entren ganas de meterme en una peluquería? Pues fugarme con Pierce Brosnan, a ver si de eso se da cuenta mi marido.
1 comentario:
Ja ja ja , muy bueno el monologo, yo por suerte o por desgracia no suelo ir a las peluquerias , creo q solo he ido dos veces en mi vida y cuando vine me lavé la cabeza de lo horrible q me dejaron y eso q era el dia de mi boda. Ahora veo q me libro de una buena jeje.
Un abrazo guapa
Publicar un comentario